Luis Pablo Mendoza Leal
Politólogo egresado de la Universidad de las Américas, Puebla. Ha colaborado en la Cámara de Diputados, en el Congreso del Estado de Puebla, Gobierno del Estado de Puebla y se ha desempeñado como analista político en el sector privado. Actualmente se encuentra estudiando un MSc en Political Science en la Universidad de Copenhague, Dinamarca.
Para el Presidente Andrés Manuel López Obrador, desafortunadamente, los niveles de violencia en nuestra nación se han disparado gravemente, consecuencias de un proceso de descomposición social largo alimentado por la corrupción e impunidad de los anteriores gobiernos.
La violencia se ha extendido y normalizado dentro de la vida de los mexicanos, cada día que pasa, las acciones de violencia cada vez son más crudas y sin distinción de las víctimas. Se podría decir que nadie se salva de los arrebatos violentos de una sociedad que está perdiendo sus valores ante la encrucijada de los grupos del crimen organizado y de un gobierno que parece más desgobierno.
Esta normalización infortunadamente ha dañado el tejido social de una población que se encuentra harta de la inseguridad y de los grupos delincuenciales que dañan su patrimonio y su estilo de vida. Esto ha llevado a la población a realizar justicia por cuenta propia, los casos de linchamientos de criminales van en aumento, aunado a la aparición de grupos organizados de pobladores que han tomado la seguridad por su propia cuenta ante la falta de un Estado de Derecho efectivo en el territorio nacional. A esto hay que agregarle las comunidades donde los grupos del Crimen Organizado ha establecido un Estado paralelo donde fungen como el ente gobernante.
Al momento de que escribo esto, el presidente electo no ha presentado su estrategia para combatir la violencia e inseguridad dentro del territorio nacional, ciertas propuestas han salido a la luz, como la creación de una Guardia Nacional compuesta por miembros de las fuerzas armadas y de la Policía Federal estos a su vez se dividirán en 265 regiones todas bajo el mando de personal civil para combatir la violencia e inseguridad en el territorio nacional. También existe la propuesta de desaparecer el Centro de Investigación para la Seguridad Nacional y convertirla en el Centro Nacional de Inteligencia bajo el mando de la próxima resurrección de la Secretaria de Seguridad Publica Federal.
Vale la pena darle una repasada a estos cambios que se avecinan, en términos legales, la Guardia Nacional ya se encuentra en nuestra Constitución Política, está establecido que esta agrupación, conformada por personajes conscriptos de la población sean llamados para el servicio de la nación bajo términos estrictos de una emergencia nacional, ya sea para sofocar una rebelión, defender el territorio nacional por una amenaza extranjera, en estrictos términos, este concepto de Guardia Nacional es aplicado cuando el Estado se encuentra bajo una grave amenaza. Ciertamente el Estado de Derecho en nuestro territorio nacional se encuentra bajo la amenaza y a merced de los grupos del Crimen Organizado en ciertas regiones, del país, primordialmente las zonas de la montaña de Guerrero, ciertas regiones de Michoacán y Tamaulipas. Sin embargo, el termino y el concepto de Guardia Nacional deben de ser analizados más a fondo, el Gobierno Federal ya cuenta con organizaciones que pueden reforzar el Estado de Derecho en nuestra nación. El Ejercito, la Marina y la Policía Federal, considero que una Guardia Nacional, donde se fundan estas instituciones como se tiene propuesto, solamente traerían un descontrol a la coordinación nacional para combatir la violencia y la inseguridad.
En cuanto a las propuestas de eliminar el CISEN y reemplazarlo con el CNI bajo el mando de la SSP Federal me encuentro en desacuerdo, el actual órgano de inteligencia cuenta con las funciones primordiales de obtener inteligencia para la seguridad exterior y nacional de nuestra nación. Transferir y conferir estas funciones a una agencia bajo el mando de una secretaria que se enfocara en preservar la seguridad pública es visiblemente un error. Resultaría más viable crear una agencia de inteligencia específica para combatir a las organizaciones del Crimen Organizado. Indebidamente, considero que restarle funciones o eliminar las funciones del actual órgano de inteligencia son contraproducentes para preservar la viabilidad del Estado. Simplemente porque a pesar de que las para la viabilidad de nuestro Estado son internas, no debe de demeritarse que existen amenazas externas que pueden resultar en un daño grave para el Estado. Así mismo no debe de confundirse la Seguridad Nacional con la Seguridad Pública. Es un grave error que sé está cometiendo.
Desafortunadamente, parece ser que no existe un parámetro acerca de la situación que amenaza la viabilidad del Estado. Por un lado, sabemos que las organizaciones de los grupos del Crimen Organizado cuentan con capacidades superiores a sus contrapartes policiales, tanto material, financieramente como de recursos humanos. De ahí nace la necesidad de tener fuerzas federales para combatir a estos grupos. Y, por otro lado, falta conceptualización legal acerca de lo que estamos enfrentando. Por un lado, los grupos del Crimen Organizado han sido catalogados como “insurgencias” por diferentes analistas, y realmente pueden contar con esa conceptualización, dejando fuera su poderío armamentista y económico, estas organizaciones han optado por la violencia para imponer su mandato en áreas económicas a lo largo del territorio nacional, donde hay lugares donde ciertamente existe un Estado paralelo creado por estas organizaciones criminales. Ciertamente pueden calificarse como “insurgencia” o grupos “terroristas” con el fin de obtener una ganancia. Por lo que debe empezarse a reconocer que efectivamente es un conflicto interno, donde existen grupos que buscan controlar ideológica y territorialmente regiones de la nación con el fin de obtener una ganancia económica. Es importante y extrema urgencia definir esta situación, si no se define, podemos correr el riesgo de otro sexenio perdido en materia de seguridad. O en su peor caso, el continuo aumento de la violencia en nuestra nación.