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¿Podemos Confiar en el Control de Confianza?

Uno de los grandes logros de la era calderonista , fue la implementación del Sistema Nacional de Acreditación y Control de Confianza, el cual se encuentra reconocido dentro de la Ley General del Sistema Nacional de Seguridad Pública, que en su título sexto lo define como : El sistema nacional de acreditación y control de confianza se conforma con las instancias, órganos, instrumentos, políticas, acciones y servicios previstos en la presente Ley, tendientes a cumplir los objetivos y fines de la evaluación y certificación de los integrantes de las Instituciones de Seguridad Pública.

¿Qué significa todo eso? Pues que todos los servidores públicos, se deben someter a minuciosas pruebas de carácter físico, psicométrico, psicológico, medico, académico, y de polígrafo con el objeto de determinar si son aptos o no para desempeñarse como Ministerios Públicos, Peritos, Policías, etc. A este sistema lo caracterizan estrictos estándares, que en teoría deberían resultar en mejores servidores públicos, y por lo tanto en un combate a la delincuencia efectivo.

En teoría…porque con todo y exámenes de control de confianza, en la realidad a pesar de las certificaciones y controles a Policías, la situación de inseguridad no ha hecho más que agravarse, la corrupción policial sigue enquistada en las corporaciones y la percepción ciudadana no podría ser más pesimista.

¿Entonces sirve o no sirve el dichoso control de confianza?

Existen análisis muy puntuales acerca del tema, principalmente realizados por especialistas jurídicos que apuntan hacia las fallas del sistema, como la imposibilidad de los elementos dados de baja que buscan ser reinstalados en sus puestos, o la inviabilidad de confiarle a la prueba del polígrafo algo tan complejo como determinar que una persona sea confiable o no.

No solo los especialistas en la materia han señalado las notables fallas de estos filtros de ingreso, permanencia y asenso; lo afirman los cientos de agentes policiales que han sido dados de baja. Me di a la tarea de recabar la experiencia de un ex elemento policial que, en la prueba de control de confianza de permanencia, sus resultados arrojaron que ya no era apto y fue dado de baja de un órgano de seguridad del Estado después de años de servicio ininterrumpido y que por razones obvias de seguridad solicitó el anonimato.

En su experiencia señala que, por la naturaleza de su labor, las situaciones de estrés y el trabajo bajo presión eran una constante, cuyas repercusiones en cada elemento rara vez son atendidas adecuadamente. Aunado a situaciones familiares lamentables, como la enfermedad y muerte de un ser querido, acumularon en esta persona una carga de estrés que repercutiría en el día de su examen.

¿Se imagina, estar sentado tres horas en un cuarto, con cables en los las manos, el torso, un sillón incomodo, con un sujeto que le hará preguntas ininterrumpidas, de carácter personal, muy personal, por cierto, y que además su interrogador tratará de confundirlo? Pues, así es una prueba de polígrafo, claro que usted puede solicitar interrumpir la prueba si la presión es demasiada ¿pero y si de esa prueba depende permanecer en su trabajo? Difícilmente podrá echarse para atrás.

El elemento que amablemente compartió sus experiencias con este medio relató que la persona encargada de hacerle la prueba, en todo momento trató de hacerle caer en contradicciones e incluso cuestionar sus capacidades como servidor público y como profesional del derecho.

Cuando el conjunto de las pruebas arrojó que no era apto para continuar en su puesto, los resultados no pudieron ser más desalentadores y arbitrarios pues en estos se había asentado que era una persona que sobredimensionaba sus propias capacidades y por lo tanto representaba un riesgo para la institución y la población en general. ¿bajo qué criterio se determinó que una persona podría ser un riesgo para la población? Seguramente muchos ex funcionarios que ahora mismo se encuentran desempleados al no haber pasado el examen de confianza y que les impide ingresar a otra corporación, se deben haber hecho esa pregunta.

El ex funcionario manifestó haber respondido que no es un bebedor habitual, por lo que respondió en una de las muchas entrevistas del control de confianza que solo en reuniones familiares llegaba a ingerir bebidas alcohólicas, para el control de confianza esto se tradujo en sus resultados como: consume sustancias con el fin de ser asimilado en su entorno y no ser excluido.

Jefe de familia, con una trayectoria laboral en la institución de casi diez años, una carrera universitaria concluida y un posgrado en puerta; ninguna queja en materia administrativa o relativa a violaciones a derechos humanos, este funcionario fue dado de baja a partir de criterios subjetivos. Sin ninguna investigación seria que respalde las aseveraciones provenientes del Centro de Control de Confianza, este se convierte en una guillotina por la que pasan igual justos que pecadores. Pero nadie se atreve a legislar al respecto.

Los cuerpos policiales no son más confiables que hace diez años, las acreditaciones no son suficientes para erradicar la corrupción, hasta la fecha siguen pasando estos exámenes verdaderos delincuentes, sin que las estrictas pruebas sean capaces de detectarlos e impedirles el ingreso.

La noche del 30 de enero, tres policías municipales de Puebla ubicaron en calles de la zona de los Fuertes a un grupo de personas ingiriendo bebidas alcohólicas en la vía pública; conducta que si amerita una falta administrativa. Para evitar la detención y posterior puesta a disposición, estas personas ofrecieron a los elementos de la SSPTM una suma de dinero, que sería entregada en otra colonia, por lo que, a bordo de dos unidades oficiales, policías y los involucrados se trasladaron a un domicilio de la Colonia Roma, sin embargo, solo llego la primera unidad, la segunda patrulla en la que se trasladaba el Policía Daniel “N” y una mujer civil se había desviado del camino. Y era la madrugada del 31 de enero, cuando la segunda patrulla arribo, al descender la mujer, manifestó que el Policía Municipal Daniel “N” había abusado de ella sexualmente.

El asunto llego a los medios de comunicación y la Fiscalía General del Estado inició una carpeta contra los tres agentes. Daniel “N”, de veinte años de edad y con menos de un año de servicio en la Policía Municipal de Puebla se dio a la fuga, -dicen que con ayuda del jefe del sector 1- llevándose el arma de cargo, un chaleco balístico y un radio. Un depredador sexual, prófugo y armado, como si no tuviéramos suficiente ya.

Los otros dos agentes ya fueron vinculados a proceso por el delito de cohecho y encubrimiento.

¿El centro de control de confianza no detecto que Daniel “N” si representaba un peligro para la institución y la ciudadanía? Ojalá pudieran transparentarse, con la debida formalidad correspondiente los resultados que este sujeto obtuvo para ingresar a la Policía Municipal, en los que el Centro de Control de Confianza tuvo que asentar que era Apto.

Las implicaciones son simplemente catastróficas, pues dan cuenta de que a un depredador sexual es posible admitirlo en las filas de la Policía, darle un arma y facultades que le faciliten cometer sus atrocidades, mientras a elementos útiles se les da de baja, así sin más.

He tenido la oportunidad de conocer a elementos valiosísimos en diferentes corporaciones de seguridad en todos los niveles, a ellas y ellos, todo mi respeto y admiración, pues se la juegan todos los días aun con casi todo en contra, aun con la posibilidad de ser echados de sus trabajos por un sistema, que, aunque lleva en su nombre el término confianza, da mucho para desconfiar.

 

P.d: Suerte a los aspirantes que probarán suerte en el centro de control de confianza que se encuentra en las Instalaciones de la Academia Ignacio Zaragoza, ubicadas en la comunidad de Santa Cruz Alpuyeca.

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