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Perdones y alianzas en la escena internacional, nacional y regional

En saludo al centenario del asesinato del General Emiliano Zapata

Brevarios

ICGDE/BUAP

Presidente del Instituto Latinoamericano de Historia del Derecho (ILAHD)

 

En una nueva estrategia de presencia y posicionamiento del Estado mexicano en el exterior el presidente ha decidido una repentina arenga diplomática de solicitar perdón y no olvido, al jefe del Estado español, heredero de la monarquía católica que encabezó el reparto, administración y gobierno de los territorios conseguidos por conquista por las huestes de Cortés en Mesoamérica.

Debemos distinguir aquí la aventura de Cortés que lo lleva desde Santiago de Cuba a Mesoamérica a enfrascarse en una guerra de múltiples frentes que termina con la conquista de Tenochtitlan en agosto de 1521, de la responsabilidad del Imperio de convertirse en el dueño absoluto de los territorios conquistados salvo los que por acuerdo real quedaron bajo la figura de gobierno autónomo, como lo fue el caso de Tlaxcala.

La disculpa solicitada es conjunta, porque el jefe del estado mexicano también se va a disculpar con los descendientes de los pueblos originarios por los graves errores y omisiones del Estado durante las etapas liberal y revolucionaria, así como la neoliberal, en la que la exclusión y racismo contra dichos pueblos ha quedado evidente.

El Rey de los españoles alega que es extemporánea, pero en materia de violaciones a la dignidad de la vida humana no hay extemporaneidad ni vencimiento moral alguno. La jurisprudencia internacional dicta que en materia de protección de derechos hoy llamados humanos, su aplicación es retroactiva y no prescriben nunca las faltas o violaciones cometidas por estados o gobernantes.

Como Felipe VI es heredero directo de la Corona del Imperio que gobernó en Indias entre 1521-1821 (para el caso exclusivo de México) es moralmente el responsable de dar la cara por los agravios NO contra el Estado mexicano, pues estos se saldaron con tirantez en un acuerdo diplomático en 1836, sino contra los pueblos originarios de lo que hoy es México.

De otra manera no es posible conmemorar los 500 años de la llegada de Cortés al continente en forma conjunta, independientemente de que el llamado conquistador no es el responsable de los agravios posteriores a la fundación del virreinato, del cual el Emperador lo excluyó por completo. Los conquistadores y sus descendientes no tienen que pedir perdón alguno, eran vasallos y tributarios al servicio de la Corona. Pero este juego tiene otro trasfondo.

Se trata de abrir un debate en la península sobre la figura de Cortés y del Imperio, capítulo que sigilosamente el sistema educativo español ha tratado de diluir del inconsciente colectivo de sus ciudadanos. Y vaya que la provocación de AMLO ha sido fuerte, buscó alianza con la izquierda más combativa de España, Podemos, que ha retomado el balón provocador como suyo para mover la conciencia española hacia la reconciliación verdadera con su pasado americano.

En el terreno nacional esta sorpresiva carta aceleró nuevas alianzas con el México profundo, el del resentimiento entrenado en el nacionalismo estabilizador de los sesentas. Estas alianzas populares que alimentan la leyenda negra van de la mano con un nuevo giro historiográfico que ya se anuncia desde ahora: pasamos de la época de la conquista material y espiritual, a la del encuentro de dos mundos, y de ahí a la invasión y guerra mesoamericana.

¿Fueron Colón y después Cortés unos invasores de América? ¿Se puede invadir un continente con 500 soldados con un proyecto específico de exterminio, sometimiento y control? ¿Hay una historiografía aliada con la cuarta transformación? Los coloquios por venir tendrán que dar cuenta de estas mutaciones conceptuales de lo que O’Gorman escribió en su día como: la invención de América.

 

En el ámbito regional los candidatos han arrancado sus campañas y dejan lucir a sus aliados y voceros. Jiménez Merino fue fiel a su marca. Mario Marín detrás y apoyos territoriales en el paisaje agrario donde el PRI poblano tiene décadas de control y movilización. Va por su cuota, pero sigue intrigando si esa cuota le resta fuerza a Barbosa a la hora de sumar apoyos territoriales.

Cárdenas arrancó con un PAN muy disminuido, enfrentado y peleado. PRD y MC no existen. No tienen estructura. Hubiera sido bueno que Alfaro acompañara al candidato, su respaldo daba más legitimidad que las andanzas de Dante, que no se asoma ni por equivocación. Cárdenas irá de menos a más pero la marca PAN le ayuda muy poco. Una loza muy pesada llena de contradicciones que limitan su discurso de cambio, pues lo de ciudadano se le vino abajo desde que se dejó secuestrar por el panismo tradicional.

Barbosa arrancó con alianzas tutti frutti. Llenó recinto ferial pero sus aliados son de coyuntura y con pocas luces más allá de lo operativo y territorial. No será fácil conciliar a Cotoñeto con Meza, con Nacho Mier y Denisse Ortiz, o con la inefable Sra. Barahona, que en redes sociales alentaba el voto a favor de Meade y descalificaba al actual presidente. Con todo es el mejor posicionado y con el manejo más disciplinado de estructura regional a favor del voto. Los tres tienen un talón de Aquiles: saben que sus campañas arrastran alianzas que en sano juicio nunca harían pero dadas las circunstancias regionales, se han visto forzados a aceptar. Esperemos que Plata y no Plomo, sea al final lo que decida el voto de los indecisos. Aquí si parece que Perdón y Olvido van de la mano…

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