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La relación México–Estados Unidos en materia de Salud

En estos tiempos, en que tenemos que replantearnos nuestra relación con Estados Unidos, uno de los temas para reflexionar al respecto es el de la salud. En este sentido, ambas naciones se ven afectadas por hábitos que en el caso de México se han acelerado a partir de la entrada en vigor del tratado de libre comercio en 1994.

El aumento en el consumo de bebidas y alimentos industrializados, altos en azúcares añadidos, grasas y sodio ha sido uno de los principales factores de la epidemia de enfermedades crónicas que tienen en jaque a nuestro sistema de salud.Como la potencia cultural, de biodiversidad y culinaria que somos, es hora de retornar a nuestra alimentación basada en productos de la milpa y de paso recuperar la autosuficiencia en este campo.

La dependencia del automóvil es otro hábito de nuestros vecinos que ha impactado en la salud, el sedentarismo que propicia contribuye también a la obesidad, diabetes, hipertensión, problemas ortopédicos, etc., pero además es una de las principales fuentes de contaminación y del cambio climático, los cuales, por cierto, son negados rotundamente para favorecer intereses económicos sin sentido que nos están llevando a la destrucción. Antes de que sea tarde, para el ambiente y para nuestra soberanía energética, aprendamos de lo que pasó en Holanda en 1973, cuando la escasez de gasolina fue uno de los impulsos para que aquella sociedad se convirtiera en una de las que más usa la bicicleta.

El uso nocivo de sustancias es otro de los pendientes en la relación bilateral. En Estados Unidos la adicción a las drogas es un grave problema de salud pública, mientras que en México la violencia generada alrededor del narcotráfico es una de las principales causas de muerte, y además el consumo de drogas va aumentando. El gobierno mexicano se ha comprometido a abordar el tema desde una perspectiva de salud y no de estigmatización, pero requerimos que el gobierno estadounidense y ambas sociedades también hagan su parte.

Pero también hay buenos ejemplos que tomar de nuestros vecinos del norte en materia de salud, como el profesionalismo de sus revisiones sanitarias,la capacitación de su policía en primeros auxilios, los buenos métodos de orientación vocacional en sus universidades para el área de la salud o las buenas medidas de protección contra accidentes laborales.

Podemos concluir que no se trata de confrontarnos, sino de buscar el bien de ambos pueblos, que al final de cuentas ven su salud afectada por estas cuestiones que podemos y debemos cambiar.

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