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La violencia contra las mujeres y la salud social

La Organización Mundial de la Salud define a la salud como “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de enfermedades”. De tal manera que, el grave problema de la violencia contra las mujeres está estrechamente relacionado con la salud, no sólo de las propias mujeres, sino de la población en general, y la intención de las siguientes líneas es hacernos reflexionar y cambiar cualquier comportamiento que, tal vez sin darnos cuenta, propicie alguno de estos tipos de violencia.

Podemos empezar hablando de la violencia simbólica y mediática, como la que se promueve en los periódicos que asocian imágenes de asesinatos con las de mujeres como objetos sexuales, y que tantas ganancias les dan a varios de los mismos medios de comunicación que centraron su atención en algunos hechos de vandalismo y no en el fondo de las recientes protestas por la situación de las mujeres.

Dicha violencia se reproduce en el hogar, porque muchas personas de todos los niveles económicos han sido “educadas” bajo una visión que coloca a la mujer en una supuesta inferioridad, justificando agresiones físicas, psicológicas y sexuales.Además, a las mujeres se les impone una sobrecarga de tareas que también impactan en su salud, como el cuidado de las hijas e hijos o de los familiares enfermos.

En el ámbito laboral tienen continuidad estas prácticas opresivas y violentas, que incluso han sido normalizadas por muchas mujeres, como algunos tipos de vestimenta obligatoria que dañan la salud y, una vez más, dan a la mujer el papel de objeto sexual. Otro tipo de violencia relacionada con el trabajo de las mujeres es la económica, por ejemplo, la falta de reconocimiento y pago del trabajo doméstico, o las amenazas de no contratación o despido en caso de embarazo.

Pero las instituciones (las personas que las conforman), también suelen contribuir con lo anterior de varias formas: en las escuelas hay todo un camino por recorrer para promover la equidad de género entre las alumnas(os) y sus familias; en las instituciones de seguridad pública, procuración e impartición de justicia se necesita una depuración y posterior capacitación para manejar estos asuntos; el sector salud debe revisar la formación de sus profesionales y ser autocrítico en temas como la violencia obstétrica, etc.

Y así, de una manera u otra, estás formas de opresión contra las mujeres van fomentando o derivando en terribles problemas de nuestra sociedad como las violaciones y los feminicidios, en el primer caso existen daños a la salud física y psicológica de la víctima, que incluyen probables enfermedades de transmisión sexual y embarazos no deseados, de los que ya hemos hablado en estas columnas. En cuanto a los feminicidios, además de acabar con la vida de las mujeres, tienen un desastroso impacto en el bienestar de sus seres queridos.

Como vemos, el problema de la violencia contra las mujeres se expresa de muchas maneras y en todos los ámbitos de nuestra sociedad, afectando entre otras cosas su salud, pero también la de los hombres, sobre todo en sus componentes mental y social, por lo que hago un llamado a que los hombres nos sigamos informando al respecto y contribuyamos a concientizar a otros hombres sobre la imperiosa necesidad de reconstruir un país que respete a las mujeres.

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