Ante el evidente problema que representan para México enfermedades como la diabetes, hipertensión y la obesidad, una de tantas simulaciones del sexenio pasado fue la creación del actual etiquetado de “alimentos” industrializados, el cual fue elaborado bajo una total influencia de los grandes fabricantes de estos productos y está diseñado de tal manera que es muy difícil que una persona pueda utilizarlo para seguir una alimentación más saludable.
Desde entonces, muchas personas y grupos han denunciado este perjuicio al derecho a la información y a la salud de la población, entre ellos el Instituto Nacional de Salud Pública y la Alianza por la Salud Alimentaria. Una de las organizaciones que integra la Alianza, llamada El Poder del Consumidor consiguió un amparo contra el etiquetado, sin embargo, la anterior Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS) se puso una vez más en contra de la salud de la gente y presentó una queja contra dicho amparo, el cual logró revocar en mayo de este año con los votos de los ministros Medina Mora, Pérez Dayán y Esquivel Mossa.
No obstante, el 24 de julio la comisión de salud de la Cámara de Diputados aprobó un dictamen para cambiar el etiquetado por otro que sea veraz y fácilmente comprensible, pero tendrá que ser aprobado por el pleno de la Cámara en este nuevo periodo de sesiones que inició en septiembre, lo cual no será tan fácil, pues por ejemplo, se acusó a Tathiana Clouthier y Javier Hidalgo de obstaculizar el proceso, y otros diputados podrían estar dispuestos a hacer lo mismo.
Posteriormente, en agosto, se llevó a cabo un Parlamento Abierto en la Cámara de Senadores para discutir el tema. Aquí, investigadores en la materia, organizaciones civiles, representantes de instituciones de salud internacionales y el poder ejecutivo coincidieron en la necesidad de adoptar un etiquetado similar al que se utiliza en países como Chile, Ecuador y Perú, que por su fácil comprensión ha demostrado ayudar a la gente a disminuir el consumo de calorías, azúcares, grasas saturadas y sodio.[1]
Sin embargo, parte de las empresas se resisten a un nuevo etiquetado argumentando que se les está satanizando, que no hay pruebas científicas sobre su efectividad o que podrían existir graves repercusiones económicas para el país. Entonces es necesario preguntarnos ¿Qué tipo de desarrollo económico queremos para México? ¿Uno basado en la enfermedad o uno basado en la salud? Porque no es exagerado afirmar que, si no tomamos medidas urgentes para el problema del sobrepeso y la obesidad, cuando los niños y niñas de hoy sean adultos, la economía verdaderamente puede colapsar ya que el sistema de salud no se dará abasto para atender a todos los que tendrán enfermedades crónicas y por estar enfermos (o muertos) no podrán producir lo suficiente para mantener a la vejez y a la infancia del futuro.
Depende de nosotros presionar para que se realicen esta y otras medidas encaminadas a que los niños y todas las personas tengamos acceso cultural, físico y económico a alimentos y bebidas saludables.
[1] Kaufer-Horwitz, Tolentino-Mayo, Jáuregui et al. Sistema de etiquetado frontal de alimentos y bebidas para México: una estrategia para la toma de decisiones saludables. salud pública de méxico / vol. 60, no. 4, julio-agosto de 2018.