Luis Miguel Gerónimo Barbosa es sin duda un político atípico, todos vemos al hombre tosco, terco, de groseras expresiones que no procura cuidar la mayoría de las veces ni la más mínima regla social, pero, desde mi punto de vista, también comulga dentro de su persona el político en toda la extensión de la palabra, con sentido de oportunidad, concienzudo y calculador; esto último es lo que más me hace estar alerta de Gerónimo. Es un hombre que no recula, porque calcula.
Desde el desafortunado comentario en Huejotzingo referente al lamentable hecho en el que murieron la gobernadora Martha Érika Alonso y el senador Rafael Moreno Valle, la opinión pública se le fue encima; no hay manera en la que un gobernador relacione la muerte de 5 personas como consecuencia de haberle ganado una elección.
Pero él se escondió dos días sin declaraciones públicas y cuando por fin asomó la cabeza fue para decir que aquellos que pedimos se disculpara nos podíamos quedar sentados, porque eso, no iba a suceder, y tuvo razón, no sucedió y nos quedamos sentados.
Los criminólogos ocupan una teoría llamada “las ventanas rotas”, argumentado que si de la noche a la mañana alguien se da cuenta de que hay un edificio abandonado en su cuadra y por puro placer le da la gana aventar una piedra y rompe una ventana, la cosa irá empeorando para el edificio, porque después vendrá otro con similar malicia a aventar otra piedra y romperá otra ventana y así sucesivamente hasta que el vecino más civilizado se verá tentado a seguir destruyendo el edificio, con el tiempo ya no solo será vejado sino aprovechado para actividades ilícitas, descomponiendo en consecuencia la seguridad en la cuadra dónde se encuentre el edificio. Los que no quieran participar en la destrucción pasarán a formar parte de una minoría, inhibida por la conducta de la mayoría.
Gerónimo aventó la piedra en Huejotzingo y por esta ocasión la inmensa mayoría rechazamos y condenamos su bajeza. Él aventó la piedra y seguirá haciéndolo hasta que alguien o algunos lo secunden y normalicen las declaraciones de odio como sinónimo de honestidad.
Esto es de lo que más se precia el presidente de la República, de honesto. Pero la honestidad para ellos es una herramienta más no el fin, y tenemos que prestar especial atención cuando se digan honestos porque es ahí donde esconden sus intenciones.
Construir una sociedad sin rencor debería estar en la agenda pública, puesto que todos los días existen personas que siguen sin comprender el motivo de su pobreza material; porque no pueden estudiar o porque no tienen para hacer sus tres comidas al día; padres y madres de familia que cubren listas de útiles hasta pasado el inicio de cursos; niños y niñas que se ven en la necesidad de trabajar para solventar sus propios gastos. Ellos están ocupados intentando sobrevivir, no están preocupados por la agenda política, pero cuando alguien llega y les explica que su miseria es producto de la corrupción, del saqueo de los neoliberales, cava el canalito por donde todas las emociones de desesperanza corren y llegan a una jornada electoral en el mejor de los casos y a la violencia en el peor.
Por eso Barbosa avienta la piedra, quién sabe qué corazones mueva su infamia, pero sabe que tendrá receptores y esta es la peor parte a posteori de su declaración.
Aclaro que no es condicionante encontrarse en situación de vulnerabilidad material y económica para ser receptor de su mensaje, en realidad quién se sienta agraviado por la ex Gobernadora o el ex Gobernador es propenso de ser receptor. Lamentablemente tenemos una inmensa cantidad de poblanos en condiciones miserables, que siguen luchando por salir adelante, su público son ellos.
La solución radica en no sólo denunciar la injusticia sino en formar parte de las soluciones, ni Andrés Manuel ni Barbosa serán los responsables de que persista una sociedad viciada por la desigualdad, seremos nosotros, mientras en tu colonia o municipio exista quien se muera de hambre los responsables seremos nosotros, porque nos han enseñado a tener derechos, pero no obligaciones y la ciudadanía es una cosa complementaria, la comunidad es un sentido humano y de pertenencia, y es nuestra obligación hacer comunidad, preocuparnos por la necesidad del otro, y en la medida de nuestras posibilidades subsidiar al prójimo. No hacen falta millones, solo voluntad y sentido humano. Mientras esto no suceda, el número de receptores de los mensajes de odio seguirá incrementado y los culpables también.
El edificio tiene varias ventanas rotas, pero todavía no entran a destruirlo, es tiempo de Acción.