@PaulinBadillo
En estos días celebramos la Revolución Mexicana y es imperativo que reflexionemos al respecto en esta columna de salud, ya que los logros que en algún momento se alcanzaron gracias a esta transformación, fueron determinantes para mejorar la salud de nuestra población.
Tras una dictadura que creó un crecimiento económico sólo para los ricos y a los pobres e indígenas los llevó hasta extremos como la esclavitud, las luchas de nuestro Pueblo alcanzaron en un primer momento la victoria militar – electoral a través de Francisco I. Madero, quien después fue traicionado; lo que hizo que la nación se levantara aún con más fuerza, comandada por hombres como Francisco Villa y Emiliano Zapata; los cuales vieron plasmadas parte de sus demandas en la Constitución de 1917.
Sin embargo, la facción que se impuso y que luego sufrió varias traiciones internas no aplicó todas las demandas sociales, por lo que fue hasta el gobierno de Lázaro Cárdenas que los cambios empezaron con más fuerza, como la recuperación de la soberanía sobre el petróleo, el reparto agrario y un proyecto educativo dirigido a los olvidados. En las décadas posteriores se crearon las Instituciones de Seguridad Social y se alcanzaron muchos derechos laborales.
¡¿Pero dónde quedó todo esto?!
Dicen que la gente en general no aprecia lo que no le ha costado trabajo, y parece que ha sido así con las conquistas de la Revolución. Las generaciones recientes vemos cómo las anteriores dejaron que en las últimas tres décadas se fuera perdiendo nuestra soberanía alimentaria y energética, que nuestro sistema educativo redujera cada vez más su calidad, que se desmantelaran las instituciones de seguridad social y que las condiciones de trabajo ahora sean ofensivas.
Se fue creando una mentalidad individualista y diversos sectores se fueron acomodando con las dádivas que otorgaban los gobiernos a cambio de que no protestaran; la mayoría de los sindicatos pasó de su propósito original de defender a los trabajadores a ser cómplices de la corrupción gubernamental y de la corrupción de sus compinches que siguen cobrando por trabajos que no hacen bien o que de plano ni hacen. Y mientras tanto, los traidores de la democracia generaban y aprobaban leyes para dejar sin derechos laborales a todos los que no se encontraban dentro de esos círculos de privilegio o simulación.
Como dije, estas prácticas no se han ido, y si queremos una verdadera transformación (sin violencia)debemos tener un poco de la valentía que tuvieron nuestros héroes y heroínas para hacer cosas como: aprovechar nuestros recursos naturales de forma sustentable, volver a nuestra alimentación tradicional saludable, reconquistar derechos laborales que nos permitan tener un sistema de seguridad social para todos y educarnos como sociedad para entender que sólo juntos podemos salir adelante.
Totalmente de acuerdo Antonio, muchas felicidades, le mando un fuerte abrazo con todo cariño, admiración y respeto por su compromiso y amor al país.