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AMLO y el milagro de la diplomacia

Imagen: @SRE_mx

La visita de Andrés Manuel López Obrador a los Estados Unidos parece haber logrado un milagro: la coincidencia entre sus partidarios y sus detractores.

De algún modo, los comentaristas, analistas, especialistas y observadores de la realidad nacional junto con el resto de las etiquetas que utilizan para definirse las figuras visibles en uno y otro grupo coinciden en que lo que ocurrió en Washington cumplió con sus expectativas. ¿Cómo? No es muy claro, pero pareciera ser que ambos grupos están de plácemes.

Por una parte, los detractores del presidente, de su partido y de su movimiento leyeron en la visita el desastre que no sólo vaticinaban, sino que incluso añoraban: para ellos, López Obrador se humilló y lo humillaron, se mostró genuflexo, débil y lambiscón. Con estos elementos construyen sus baterías argumentativas y con esa convicción se repiten a sí mismos: «lo ven, estábamos en lo correcto: es un perdedor».

Pero por otra parte están los partidarios del presidente para quienes la primera salida al extranjero de López Obrador fue un éxito diplomático. Para ellos, el líder de la llamada Cuarta Transformación se mostró como un estadista capaz de un trato de iguales ante un titán, capaz de seguir protocolos diplomáticos a la perfección y capaz de entregar una alocución sencilla, sensata y sensible con mucho fondo, con mucho contenido y con mucha dignidad.

Pero la realidad es que ese milagro de la diplomacia es sólo una ilusión.

Existen dos posibilidades. La primera es que si ambos grupos son sinceros en sus apreciaciones, entones es claro que al menos uno de ellos no sabe leer procesos políticos y que sólo ve lo que quiere ver y entiende de la realidad lo que quiere entender, tenga fundamento, o no. La segunda posibilidad es que uno de los dos grupos sabe que se equivocó, sabe que su predicción falló y por orgullo y para no reconocer su error trata de escapar hacia adelante manteniendo su posición sin importar que lo único que consiga es hacer el ridículo.

Por principio del tercero excluido no hay más opciones. Y yo veo más detractores del presidente reconociendo -así sea a regañadientes- que lo hizo bien, que seguidores de López Obrador lamentándose de que lo hizo mal.

Personalmente, creo que lo hizo bien, muy bien.

 

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