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Neoliberalismo, Gobernanza neo-institucionalista y la apuesta por el Gobierno del Estado en Puebla.

Brevarios

ICGDE/BUAP

Presidente del Instituto Latinoamericano de Historia del Derecho (ILAHD)

 

En saludo al aniversario del natalicio de Benito Juárez

 

El Presidente de la República ha decretado recientemente el fin del modelo neoliberal como estrategia de política económica y social, de cara a un nuevo modelo desarrollista, nacionalista y muy influido por las corrientes de la socialdemocracia alemana, (un tanto democristiana) el llamado modelo de la economía social y solidaria.

El bienestar por encima de las reglas del mercado. En mi entrega anterior mencioné darle el beneficio de la duda al programa de Bienestar pero el nuevo modelo en la cuarta transformación requiere una nueva estrategia de Gobernanza que, acorde con el sistema de economía social y solidaria implica trabajar bajo agencia y rendición de cuentas (accounting) a base de incentivos que necesariamente obliga a abaratar costes de transacción que le devuelvan a la economía en su conjunto su dinamismo.

En pocas palabras, el nuevo estado deberá ser factor de impulso bajo un esquema de incentivos económicos y sociales, del crecimiento económico, privilegiando incentivos coherentes y medibles, por encima de las tradicionales herencias del sistema político que se pretende liquidar: discrecionalidad, fondos perdidos improductivos, cooptación y clientelas políticas, paliativos asistenciales.

La nueva Gobernanza dejará de ser neoliberal si los impactos económicos y sociales reflejan abatimiento de la pobreza extrema real y el acortamiento de las brechas salariales hacia arriba, no hacia abajo como es la tendencia actual.

La filosofía de la economía social y solidaria tiene una base democristiana porque acepta que las desigualdades económicas requieren atención en equidad vía transferencias focalizadas controladas y fomentando el cooperativismo.

Pero no liquida el status quo de un capitalismo y mercado global. Está mas cerca de las tesis de las necesidades básicas insatisfechas y de reforzar los derechos humanos que en un modelo radical de redistribución del ingreso con fortalecimiento directo de los salarios, prestaciones sociales, que obligarían a una lógica fiscal agresiva.

Decretar el fin del neoliberalismo como política general de Estado suena bien, pero esto no significa que se está renunciando a las reglas de la gobernanza basada en mercados globales y eficiencia y abaratamiento de costes de transacción. Las diferencias entre la economía social y las tesis neoliberales son menos fuertes de lo que uno podría imaginar….

 

En este panorama vamos a una elección extraordinaria para buscar gobernador sustituto del Estado de Puebla en condiciones muy sui géneris. Miguel Barbosa ha resistido toda clase de embates, internos y externos y está en el momento de demostrar que lo del 1º de julio le pertenecía.

Enrique Cárdenas ha deambulado entre ser candidato ciudadano, pasando por MORENA y ahora por la alianza de los partidos que quedaron desamparados con el infortunio de diciembre. Su lucha será muy interna, pues aunque el pretende ser ciudadano, pedir perdón a sus antiguos enemigos y tener que cuadrar su agenda con lo que le dicte el PAN, no va a ser fácil para él.

Alberto Jiménez lleva la marca del exgobernador Marín y quizá la de las huestes armentistas de corazón priista, que no quedaron conformes con la selección final de MORENA. En los tres casos la democracia electoral se pondrá a juego y el debate será tan importante entre ellos como la capacidad de movilizar sus capitales políticos en el interior del Estado.

Es también una prueba para el gobierno interino, porque por más que su corazón se incline para alguno de los tres ungidos, deberá guardar transparencia, honestidad y capacidad para evitar que se repitan los lamentables actos del 1 de julio.

Barbosa requiere un plan para la cultura, la ciencia y la tecnología. Cárdenas un plan de bienestar social y desarrollo económico alejado de su propia formación como economista. Jiménez, desmarcarse del negro pasado que pesa sobre sus espaldas con una marca muy desprestigiada.

 

 

 

 

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