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Tradición de resiliencia, prevención y vigilancia epidemiológica es crucial en estos momentos: Humberto Morales

Una larga tradición de resiliencia de parte de la sociedad poblana y de vigilancia epidemiológica de Estado, es fundamental en estos momentos de crisis de salud, considera el Doctor Humberto Morales, historiador miembro del Instituto de Ciencias de Gobierno y Desarrollo de la BUAP.

En una entrevista para este medio, examina las principales características de las pandemias a nivel local, nacional y mundial, haciendo énfasis en que el proceder de las autoridades nacionales proviene de una larga tradición de médicos y epidemiólogos nacionales y que las condiciones históricas de la entidad fundamentan estrategias de prevención favorables para Puebla.

Epidemias en Puebla

El académico encuentra una correlación entre los sitios de guerra en el estado y la capacidad de confrontar epidemias  por parte de la ciudad de Puebla. Sitios como el de 1856 o el de 1863  provocaron hambrunas prolongadas y el brote de enfermedades infecciosas, de las cuales el estado de Puebla pudo salir avante con medidas sanitarias no muy diferentes de las actuales, como es el del aislamiento social.

Comenta que, durante el brote de influenza española en 1918, la sociedad poblana ya había desarrollado medidas precautorias como el uso de los patios centrales de las vecindades para realizar las actividades sin confinamiento extremo, tapabocas de época, etc. con un grado de aceptación considerable. De 50 millones de muertes que provocó dicha plaga entre 1918-1921 México experimentó no más de 500 mil.

 

Pandemias y salud en la historia de México

“Un caso notable en el que las autoridades mexicanas cimentaron las bases para los protocolos epidemiológicos en la población fue sin duda el brote de influenza española, en el que las autoridades emitieron recomendaciones pertinentes”, recapitula el doctor.

El catedrático de la BUAP comenta que en México se puede hacer un recuento de los casos en los que el país ha salido avante de epidemias y esto muestra que una tradición de vigilancia epidemiológica y resiliencia biológica son de las principales razones que desatan infecciones de gran magnitud pero de mortalidad relativamente reducida.

Recuerda de manera personal que la batalla del paludismo fue enorme, especialmente en el centro sur del país, incluido Puebla, ya que desde 1940 llegó a provocar 24 mil muertes al año.  “En México tardó 60 años en ser erradicada, sin embargo, sigue presente en otras partes del mundo, lo que habla de por lo menos la misma cantidad de años de vigilancia epidemiológica funcional”, declara el doctor.

Comenta que si hay éxito en enfrentar el coronavirus en México, será en gran medida por el alto grado de aprendizaje acumulado en el sector salud nacional y las estrategias populares de prevención.  Considera que esta inercia de aprendizaje es aprovechada por el gobierno de México, como es el caso de las estrategias del Dr. Hugo López Gatell, que aprendió además de destacados médicos y epidemiólogos tanto de la UNAM como del MIT en Boston.

 

Panorama mundial

Para el académico poblano, las pandemias se desatan a partir del capitalismo industrial y postindustrial, donde los brotes de enfermedades locales salen de su ambiente de incubación y transitan hacia otras regiones, en virtud de migración constante de poblaciones y por la propia expansión del mercado.

Estima que el capitalismo industrial del siglo XX basó sus planes de prevención de brotes masivos de infecciones bajo la premisa eugenésica de pueblos fuertes, mejor alimentados y más higiénicos. Pero se olvidó por completo la defensa de los miembros más desiguales de sus sociedades y del llamado tercer mundo que resciente siempre las consecuencias económcas más graves de las pandemias. Si el coronavirus no mata a los pobres por su escasa movilidad económica y su alta resiliencia histórica, los hará trizas en el terreno económico cuando las clases altas y empresariales traten de mitigar los daños de su entorno, olvidándose una vez más de los desiguales, que en un país como el nuestro ronda al 50% de la población.

Concluye la entrevista reflexionando que si en primer momento las curvas de infección en las regiones más pobres del mundo no es tan pronunciada, esto puede deberse a dos hipótesis: sufrirán el impacto más fuerte, como se ha dicho líneas arriba, posterior a los países ricos en virtud de la escasez de servicios de salud y oportunidades económicas o, su aislamiento relativo y poco contacto con las poblaciones infectadas que están mejor conectadas con el mundo global los mantendrá milagrosamente fuera de la infección comunitaria y por tanto, la ecuación morbo/mortalidad será baja, en un caso como el de México.

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